martes, 4 de septiembre de 2012

La ciudad donde nunca pasa nada...

“No desesperes, ni siquiera por el hecho de que no desesperas.
Cuando todo parece terminado, surgen nuevas fuerzas.
Esto significa que vives.”
 
Frank Kafka.




Hace algún tiempo, la bautice " La Ciudad donde nunca pasa nada", debo confesar que con rabia, era mi protesta personal y abierta al vivir donde no quería, tanto verde había, que no podía distinguir un paso del otro.
 
Comenzar a convivir con la idea de ver a los venaditos, saber que hacia meses una mama oso se comía la basura con sus ositos, me daba la cínica impresión que estaba a un paso de convertirme en la versión morena y avejentada de rizos de oro… un algo así del qué paso después del "serian felices por siempre".
 
Así fueron sucediendo eventos en mi vida, que consideraba propios y ajenos a ese molesto contexto de tranquilidad absoluta, propios de una ciudad antipática que no dejaba que nunca sucediera absolutamente nada... Llegaron amigos nuevos a nuestras vidas, un trabajo sin buscarlo, viajes propiciados por mi oficina que me permitían ver un lado de la realidad educativa aquí en este país donde vivimos, consigo una persona que cuide a las niñas que lo único que le falto fue aterrizar en el techo de la casa con paraguas en mano y cantar súpercalifrajilistolicuesialidoso, de lo maravillosa que es, celebrar la comunión de mi niña de chocolate, su nacer como ceramista, nadadora y excelente estudiante, ver como mi dulce de leche era súper social y ocurrente, comprometida con su prescolar, verla graduarse en el prescolar, ser participe del ultimo ano escolar donde podría participar de mi Ganaspiro, asistir a su graduación, ver su rencuentro con el esgrima y preparar con el su pronta partida a Francia, aun así, para mi, aquí nunca, nunca, nunca pasaba nada.
 
Hace algunas semanas, el Gordo se enfermo, a las tres de la mañana se levanto con dolor en el estomago, medio dormida lo mande al baño (cuando lo escribo pienso en lo antipáticas y brujas que nos podemos convertir los amores de juventud de un pobre mortal como el ), por supuesto, siguió la sugerencia y a los minutos escuche mi nombre y un pedido de ayuda, pensé en un infarto, en llevarlo al hospital, al cercano o al que esta mas lejos? Desperté al Gasnapiro y le encargue a las niñas, la adrenalina a millón hasta que llegamos a la sala de emergencia...cuando se lo llevaron un bajón de todo y me encontré pensando que iba a hacer yo si el, la razón inicial de esta vida en una ciudad donde nunca pasaba nada, se iba....
 
Luego pasaron dos semanas angustiosas, con un diagnostico de pancreatitis, la responsabilidad de enviar a las niñas a casa de mi hermana, avisarle al resto de su familia, en compañía del Gasnapiro, y con su ayuda, cuidar al Gordo, decidir alimentarlo por sonda, ir y venir, venir e ir, sin horas marcadas, sin rutinas planeadas y aquí, seguía sin pasar nada...
 
Hace un par de días descubrí una nota de internet invitando a una muestra de unos dibujos de Picasso, imaginen ustedes a donde habían ido a parar los dibujos del autor de la Guernica! A un sitio donde nunca pasaba nada, en mi mente se comenzaron a pacificar todas las figuras de tan importante cuadro, como sentándose en una acera esperando ver pasar lo que nunca sucedería, en estos tan insípidos parajes donde no pasaba nada. Invite a los miembros de la familia, los mas jóvenes declinaron, el gordo acepto acompañarme, quizás mas por agradecimiento por los días pasados que por verdaderas ganas de ir.
 
Camino a la exposición, nos dimos cuenta nos alejábamos de la ciudad, nos adentrábamos a la montaña, llego en numero de la edificación y solo un terreno baldío se divisaba, con un diminuto cartel que anunciaba " Yeux du Monde " (los ojos del mundo). En ese mismo instante me asalto la idea de que los ojos del mundo podían estar posados en cualquier sitio menos allí, que los habitantes de la Guernica, no podían cambiar la inmortalidad de su ser, por esas montañas llenas de venados, garrapatas, pájaros y osos, eso por no entrar en mas detalles.
 
Aun así, insistí en seguir el camino de tierra, sin bajarnos del carro claro esta, subimos una vereda que parecía un túnel vegetal, que nos impedía ver el cielo o lo que es peor impedía al cielo nos viera, garantía indudable de que nunca sucedería nada. Pensé, en secreto, que Picasso nunca querría ver como duendes de camino montañoso a los protagonistas de sus dibujos, el gordo quería regresar, a lo que le replique mil veces, hasta al final acceder con la sentencia que volvería sola, porque allí, total, nunca pasaría nada, siguió camino y el túnel mágicamente se abrió, estábamos en la cima y en primer plano un establo abierto, medio en risas le dije seguro es allí, seguimos la ruta y se apareció imponente una edificación moderna, tres paredes soportaban una cuarta de vidrio, en el fondo una casa de una planta con terminado en mármol, a su izquierda una torre en forma de cúpula, que cual observatorio te obligaba prestar atención al fondo, a esas montañas que a distancia siempre están azules, ese día mas azules que nunca porque se avecinaba lluvia.
 
Era un espectáculo lleno de magia, ya el carácter de los protagonistas de los dibujos o el deseo de su autor pasaban a un segundo plano, en uno de los ventanales el rostro de un caballero nos señalaba, con sonrisa en labios, que bebíamos ir al edificio de pared de cristal y así lo hicimos, era una experiencia imponente que te obligaba al asombro, al asombro propio del quien piensa que a su alrededor nunca pasa nada.
 
Ya en la puerta, mis ojos se posaron en dos dibujos, uno en negativo del otro, "Bagneuses sur la Plage", y un viaje en la memoria a algún libro donde ya nos habían presentado y a su lado un dibujo inmortal, como lo eran todos los expuestos, pero este es uno que te acompañan desde que estudias arte en bachillerato y estaba allí, en ese edificio imponente con nombre pretencioso, en idioma ajeno para los habitantes de la ciudad donde nunca pasa nada y para mi que mi vida se había convertido en un constante irrespeto al concepto de cotidianidad, les hablo de " Grand Air", ahora tenia la certeza que Picasso no solo quiso que sus personajes visitaran estos parajes sino que a través de su escritura nos visitaba también, quizás atraído por la antipática idea de un lugar donde nunca, nunca pasara nada.
 
En ese momento, me percate que lo que vivía era único, que observaba lo que quizás no tendría la suerte de volver a ver, ese era uno se esos instantes que quedan solo en tu memoria donde admirando algo te ves, ves lo que te rodea y a su vez ves las montañas que hacen de escenario, montañas que despectivamente siempre pensé que envidiarían a mi Ávila si lo conociesen, ya que ninguna poseía sus verdes; montañas que, en ese instante percate querían tener identidad propia, para reclamar espacio en mi memoria, como esa ciudad que con su nunca pasar nada me daba la oportunidad de metamorfosis segura, para pasar de ser simplemente extranjera en experiencia previa, en lugares remotos, capaz de compartir, sin esfuerzo mis vivencias.
 
Una mujer, menuda de presencia muy agradable, se nos acercó y, muy amablemente, nos comenzó a hablar de Lidia Gasman, una profesora de la universidad, fallecida recientemente, que dedicara su vida profesional al estudio de Picasso y su obra, y sin darnos cuenta tomaron protagonismo sus cuadros amen de alguno de los cuadros de sus discípulos y amigos, que acompañaban la muestra.
 
Al salir de ese edificio me embargo una sensación de reconciliación total con mi contexto, el que nunca perderá, ni en mi ni en los que me conocen el nombre de "la ciudad donde nunca pasa nada", pero que en ese instante se desproveía de la intención de burla y adquiría una actitud de eterno y personal agradecimiento.
 
Quien me diría, en mis años de primera juventud, que seria Picasso y sus bocetos los que un día me harían entender que, aun sin pasar nada, tu propio yo podía ser el protagonista del mas grande de los cambios, el propio, quien predeciría que en la vida no es el contexto el protagonista y  que solo me daría cuenta un día, minutos antes de comenzar a llover, ante los ojos del mundo, cobijada en su apacible silencio y de la mano de quien, por estos días, me ama.

1 comentario:

  1. Me encantan tus relatos, tus vivencia. Imprimes en ellos de tal manera los sentimientos que a veces tengo la sensación de estar en la misma situación en un contexto diferente. Besitos
    Celia

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