miércoles, 3 de febrero de 2010

“… No falta mucho, pero mientras tanto les
voy a contar un cuento de la vida real…”
José Chalita Bruzual.




Cada vez que desesperábamos en la carretera, para hacernos creer que acortábamos camino, papa nos anunciaba una y otra vez un cuento de la vida real, que terminaba siendo una anécdota de su infancia, adolescencia o inicio de su adultez. Pues no se me ocurrió otra forma de comenzar lo que hoy les quiero relatar, que en nada tiene que ver con mi aprendizaje como madre, aunque de una u otra forma forjo lo que en parte hoy soy. Lo que les quiero contar es uno de esos extraños episodios de mi vida, donde he sido espectadora de momentos importantes, en un sitio privilegiado, les quiero relatar mi 4 de febrero, hace 18 años atrás.
Comenzó bien entrada la noche del 3 de febrero del 1992, con una llamada, mama me despertó y me dijo “es el, te llama, dice que es urgente”; con los ojos entreabiertos me acerque al teléfono, una voz conocida muy, muy exaltada me decía mas que como una orden que como una advertencia “No salgas, llame quien te llame, no salgas, después lo arreglaremos…” No hubo tiempo a respuesta alguna, ni a siquiera preguntarle por que me decía eso, yo a esa hora no pensaba salir, además debía presentarme en el estacionamiento de la Comandancia General del Ejercito muy temprano, ya que debíamos entrenar. Como es de suponer no había llegado a mi habitación cuando me tope con mama preguntándome “Que paso, por que te llamo?”. Mi respuesta fue ingenua hasta de fastidio “Mama no se que le paso, a quien se le ocurre, que no quiere que salga…” En ese momento ambas reaccionamos era media noche, no era lógico, ya no teníamos sueño, encendimos el televisor y al pasar un rato, después de cambiar las señales una y otra vez, nos topamos con la imagen del Presidente, tan o mas exaltado que aquella voz que nos despertó, alertando a la población de un levantamiento militar fallido. La cara de mama un poema total, y yo solo logre pensar “era verdad, tanto me lo advirtieron, era verdad”. Inmediatamente llamamos a papa y le explicamos lo que sucedía, sonó de nuevo el teléfono, nada mas y nada menos que el ayudante del General precisándome y remitiendo la orden irrevocable de que me presentara en la comandancia a la brevedad posible.
Días atrás, mi arma de reglamento la había depositado en el parque del Cuartel O’leary, custodio de la Comandancia, me la recibió un teniente de apellido Otaiza y recuerdo que mas que una simple entrega de armamento, aquello se convirtió en una amena conversación, donde arreglamos el país en un ratito, sin violencia, con sueños, con argumentos. Esa escena paso por mi mente, en el momento que llamo ella, sin dejar reposar el auricular, repico el teléfono y su voz casi tan asustada como la mía solo me preguntaba que hacer? Le conté las llamadas que había recibido y la invite a quedarse en su casa, asumiendo yo la responsabilidad de la orden, que no se preocupara, luego salto una pregunta “y si el no esta con nosotros?? Y si es de los alzados??? Como se arriesgo a llamarte y alertarte casi simultaneo al recibimiento del Presidente, por parte del Ministro de la Defensa en el aeropuerto, quien llegaba de la conferencia en Davos??” Mi angustia se acrecentó, no se que era lo que estaba viendo en mi rostro mama, pero secamente y a manera de advertencia me dijo “de aquí no sales”, por Dios, hoy escribo esto, hoy que soy mama y los ojos se me llenan de lagrimas, hoy se exactamente lo que ella sentía, pensaba, hoy 18 anos después, la entiendo. Sin embargo y sin compasión alguna, le explique el problema que implicaría desobedecer ordenes, ya no dependía ni de ella ni de mi, que debía ir. Hoy recuerdo sus lagrimas, mientras me vestía, como acordara con mi compañera de cuarto, en la comandancia, iríamos con ropa deportiva, para no tener que dar mayores explicaciones si nos detenían, la idea era encontrarnos en la Comandancia, pera ese momento los celulares todavía no eran tan populares como hoy.
Papa, que es un soldado de la salud, se vistió, rapidito, le preguntamos que a donde iba, inclusive creo haberle explicado que no podía ir conmigo y el con la mayor de las paciencias nos vio a las dos y nos dijo que su lugar era en el hospital.
Mama bajo al estacionamiento con los dos, era de madrugada pero no mas de la 1:30 de la mañana, se despidió de papa y se aferro de mi brazo y llorando me decía que no fuera, como pude me zafe de ella encendí el carro a la carrera y tome mi camino, llena de temores y preguntas, realmente no sabia que era lo que iba enfrentar.
Llegue a la alcabala del Fuerte Tiuna que queda por la carretera Panamericana, me identifique, los soldados se cuadraron, sonrieron, solo escuche un “bienvenida mi teniente”, así supere varias alcabalas que no eran usuales en el fuerte, hasta que muy cerca de lo que debía ser mi destino, un capitán me ordeno bajar del auto, retuvo mi identificación y me ordeno pasar a un cuarto, con unas sillas muy incomodas y un televisor que colgaba del techo, estaba encendido, me senté lleve mis manos a la cara, solo podía pensar en lo bizarro de ese momento, quienes me retenían y por que? Fueron algunas de las preguntas que nadie quería dar respuesta, vi pasar a un General conocido y sin indagar mucho le pedí el teléfono prestado para llamar a mi mama que debía estar muriéndose de la angustia, me lo prestaron, pero no sabia donde estaba. Aun así, la llame y para tranquilizarla un poco le dije que estaba en la Escuela de Infantería, en buen resguardo que no se preocupara. Me trasladaron al cuartito del televisor con una la película mexicana, de charros, a quien se le ocurre programar una película de charros en pleno golpe militar???? Pasadas las horas, ya había amanecido, escuche una voz familiar, me asome a la puerta mientras escuchaba que todo estaba controlado, y me tope con el General Salazar, con voz fanfarrona grito: “Dona Chala, medio ejercito preocupado por usted y nada que aparecía, vamos recoja su carro y repórtese a su comando “. No había terminado de hablar y yo con mi carrito sincrónico recorcobeando llegue a mi comando, me tope con mi jefe, el General Guerra Baudell, y este me abrazo me dijo “hija me tenias preocupado, ve a descansar que la noche ha sido larga”. Llegue a mi habitación y no encontré a mi compañera pero vestida y todo me abandone en la cama, cerré mis ojos ,la verdad no entendía nada, lo sabia todo desde hace mucho, nunca tuve fecha, pero lo sabia, tenia idea de quienes estaban involucrados, pero siempre pensé que eran los planes de unos trasnochados, no había consistencia en la motivación, no había planes para un después, o por lo menos ellos nunca lo dijeron, hablaban del apoyo de “Los Notables”, que nunca dieron la cara por ellos después del golpe a excepción del Dr. Rafael Caldera, las cabecillas de ese momento no eran las que hoy se vanaglorian de tamaña proeza, que yo califico de graso error, nunca se hablo de comunismo ni de sociedades con Cuba, nunca.

A quien me alerto de lo que estaba sucediendo, la noche del 3, lo vi horas después, no cuando salí de mi cuarto sino bien entrada la tarde, me reclamo no haber seguido sus instrucciones y yo le explique que no era quien para darme ordenes, que no estaba dentro de mi línea de mando, el me dijo que me quería y eso era suficiente, que todo estaba ya arreglado, por eso la angustia de mi jefe que por error no me saco de la lista para que me presentara; me relato que llego un momento cuando me buscaron el la escuela de Infantería y no aparecí sospecharon de mi, quien iba a creer que no tenia ni idea de donde estaba???

Lo que paso luego, fueron días de confusión, cacería de brujas, la sorpresa de amigos involucrados y de involucrados que nunca fueron sorprendidos. Lo que paso luego seria el inicio de lo que marcaría el resto de mi vida, hoy lejano pero aun así lo recuerdo y por eso se los cuento. Tan solo espero, que como cuando era niña, falte poco para que termine este confuso camino y que pronto lleguemos a un buen destino.