domingo, 3 de octubre de 2010

Cinco y faltan cuatro!!!!!

“Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos.”
Antoine de Saint-Exupéry



Yo estaba muy molesta, tantas vueltas para al final hacer lo que nos habíamos prometido hacer mas temprano…Mentira, estaba con ganas de llorar pero quería ser fuerte ante los niños, por eso al final discutí contigo, pero así no comienza esta historia…

Cuando era pequeña y mama nos dejo ir al colegio, solas y a pie, siempre me llamo la atención como pasábamos día tras día por los mismos lugares, que estos tenían los mismos olores, que el tiempo se repetía una y otra vez, por semanas, por meses, por años. Siempre me pregunte si la vida seria así, si siempre estaría en “El Paraíso”, así se llamaba la urbanización donde vivíamos por aquella época.

El tiempo paso y llegue a la Universidad, tenia que cruzar la ciudad, de punta a punta, toda una aventura! Pero, al paso de los meses, igual, seria allí lo mas lejos que llegaría?

Me case, la primera vez, lista para partir a vivir al extranjero, pero solo por dos años, como una pequeña barca con el ancla asegurada, entonces no veía el momento de volver atrás a donde había transcurrido mi monótona vida.

Regresamos con un niño en brazos, y en mi interior sabia que las cosas no serian para siempre o hasta que la muerte nos separara, así que construí mis rutinas en esa ciudad que conocía , al pie de esa hermosa montana que cobijaba mis sueños y pintaba mis días con diferentes tonos, con la promesa de nunca repetir el colorido que me ofrecía.

Pasado los años, me reencontré contigo, nunca fuiste mi amor de juventud, pero me robarías el corazón ya en edad adulta, lo primero que hicimos fue asegurarnos que, aunque las rutinas cambiaran allí seguiríamos rendidos ante ese sultán que era nuestra montaña.

Muchas cosas pasaron, muchas experiencias vividas nos hicieron tomar aquel avión “un paso sin marcha atrás” repetirías día tras día, aun hoy yo siempre guardo una pequeña esperanza, que no son del todo ciertas tus palabras.

Nos propusimos tratar de vivir cerca de casa, pero al pasar los años ya lo que conocíamos como casa, aquel pie de montaña se habría disipado en nuestras intenciones, por lo que levantamos vuelo, mas allá de los pantanos, y decidimos ser súbditos de una ciudad Reina, a orillas de un hermoso lago.

Aquí estamos tratando de soltar raíces, de hacernos referencias, creándonos arraigo, pero falto el trabajo y la necesidad nos llevo hoy a separarnos, cruzamos esa cadena de montañas que describiera Mariela cuando era mi profesora de geografía, Las Apalaches cordillera lejana a aquella pequeña montaña que es la reina de mi infancia. Te deje en un valle mucho mas grande que el de Caracas, para ahora a tener dos casas, una con los niños llena de libros, juguetes, fotos y recuerdos; otra, donde te quedas a dormir, durante la semana, sin nosotros. No se si te diste cuenta pero, este fin de semana los cinco, y como perros, tratamos de definir nuestro territorio, de dejarte risas y buenos momentos, la promesa que todo seguiría igual que cuando estas en casa.
Esta mañana me despedí de ti, con el llanto en la garganta y el disgusto en mi hablar. Te vi por el retrovisor del auto, triste como yo estaba, seque mis lagrimas y les dije “Niños, a partir de hoy, ya no existen ni lunes, ni martes, los días de la semana como cuando nos cortamos las uñas, cinco y faltan cuatro, cuatro y faltan tres, pero no para terminar sino, para ver a papa”.

Ya llego la noche, yo aquí y tu allá, era hora de dormir y encendí la computadora para contarte esta historia y decirte que te extraño y extraño tus almohadas. Al final no se si estas líneas tiene sentido, pero si tengo la certeza las razones tenia El Principito cuando con voz inocente nos sentenciaba que “Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos”, no te parece?