domingo, 10 de enero de 2010

“Mirad: Un extranjero...» Yo los reconocía,
siendo niño, en las calles por su no sé que ausente.
Y era una extraña mezcla de susto y de alegría
pensar que eran distintos al resto de la gente.
Después crecí, soñando, sobre los libros viejos;
corrí, de mapa en mapa, frenéticos azares,
y al despertar, a veces, para viajar más lejos,
inventaba a mi antojo más tierras y más mares.
Entonces yo envidiaba, melancólicamente,
a aquellos que se iban de verdad, en navíos
de gordas chimeneas y casco reluciente,
no en viajes ilusorios como los viajes míos.
Y hoy, que quizás es tarde, con los cabellos grises,
emprendo, como tantos, el viaje verdadero;
y escucho que los niños de remotos países
murmuran al mirarme: «Mirad: Un extranjero...»
José Ángel Buesa



Cuando nos vinimos, fue una mezcla de culpa, tristeza, temor, incertidumbre y alivio. Nos montábamos en un taxi, y en la esquina de la casa estaban papa y mama con lagrimas en los ojos, despidiéndose, yo con unas ganas horrorosas de bajarme, pero sabia que era un paso sin retorno, así me lo había hecho entender el Gordo. A pesar de todo nunca perdí las esperanzas, y siempre amenazaba con volver, así fuese sola y chuchumeca!!!
Sin embargo, hace una semana, ese volver se me ha alejado y difuminado en mi horizonte, se ha convertido en una de esas tonterías que yo quería, como un capricho sin razón, y saberlo como un imposible me produce la misma tristeza, temor, incertidumbre y alivio.
Siempre le huí a la idea de explicarles, sobretodo a mis niñas que son la únicas que no tienen memoria de vivir en Venezuela, por que nos vinimos? Hoy me llueven las respuestas, y siento pena por ello, pero no me avergüenzo.
El Gordo y yo, decidimos formar un hogar en la misma época que mis país se embarco en una aventura de cambio, pasado el tiempo tuvimos la certeza que no podíamos comulgar nuestros proyectos de familia con aquel proyecto social que una dirigencia política nos trazaba y, meses después, nos dimos cuenta que la incompatibilidad entre la realidad que nos rodeaba y aquello que apenas construíamos; que esa realidad nos llenaba de angustia, nos ahogaba, eran tiempos de paro, sin embargo hoy entendí que no salimos por ello.
Desde hace una semana me di cuenta que partimos de ese valle hermoso, donde esta la ciudad de Caracas, por lo que queríamos cimentar en nuestros hijos como principios de vida, conceptos que, por cotidianos en nuestra niñez, eran como muy abstractos, tanto que los habíamos perdido por no darle importancia.
Salimos de Venezuela, para recuperar aquel concepto de “buen padre de familia”, que uno leía en nuestro cuerpo legal y se reía, recuperarlo y regalárselo a ellos, para que lo pusieran todos los días de su vida en practica. Salimos de Venezuela, para hablar a diario un idioma que no nos pertenece, con ese acento tan particular, pero con esa experiencia de habernos perdido y la necesidad imperiosa de re encontrarnos como ciudadanos, sentirnos ciudadanos y poder mostrarles a ellos lo importante que ese sentimiento es. Aquello de respetarnos para ser respetados. y no como un simple regalo, sino como un derecho, no adquirido sino innato. Salimos de Venezuela para aprender lo que habíamos, por voluntad social (si es que eso existe), entregado.
Salimos de Venezuela para tener una pasantia que nos duraría el resto de una vida, de aquello que no quisimos aprender en nuestros años de escuela, saber cuales son nuestros Deberes y Derechos, que es un Estado, que significa aquello de Políticas de Estado, que y papel juega en ellas un Gobierno, que es una Dirigencia, por que votamos y, sobre todo, diferenciarlo de un capricho o un simple castigo. Salimos de Venezuela para aprender su geografía a distancia, y la idiosincrasia de quienes nacimos en ella, hacerla mas nuestra que nunca para poder traspasarla a nuestros hijos como parte de su forma de ser.
Hoy entiendo, aquí de lejos, que salimos de Venezuela para, en un futuro no tan lejano, regalarle a mi tierra ese pedacito de mi que dejo en mis hijos, esa semillita que tuvimos que aprender de lejos, para que ellos la sembraran allá luego.
Pero saben por que lo se?
Hoy mi Niña de Chocolate, que apenas sabe leer, me dijo que solita aprendió a deletrear su nombre en español y, jugando con mis cabellos me contó, que cuando sea grande no quiere ser ingeniero o doctor, sueña con vivir en una pequeña isla que se llama Margarita, comer arepitas con mantequilla y debajo de una mata de cocos pintar y pintar, y con sus pinturas al mundo poderle expresar, por que quería regresar a aquellas tierras de las que un día me vi obligada a renunciar.

lunes, 4 de enero de 2010

"He nacido hoy de madrugada, viví mi niñez esta mañana y sobre el mediodía ya transitaba mi adolescencia .Y no es que me asuste que el tiempo pase tan deprisa. Solo me inquieta un poco pensar que tal vez mañana yo sea demasiado viejo para hacer lo que he dejado pendiente."
Jorge Bucay.


Y quien no se acuerda de haber pensado así en la adolescencia, todos pasamos por eso, todos escuchamos a alguien decir que es una etapa difícil, que es la aventura de encontrarse a uno mismo, el paréntesis entre la niñez y el ser adultos, pero alguien les dijo, alguna vez, como es la adolescencia de los hijos para los padres? Porque déjenme decirles que, a sabiendas que el es un chico normal, bastante tranquilo, la verdad es que nos esta dando con sal.
Cada vez que sugerimos algo el opta por todo lo contrario, no entiende el concepto de futuro, a menos que sea el inmediato, o sea, dentro de cinco minutos a partir de ahora. Los cabellos!!!! eso es un tema a parte, me voy a limitar a decirles simplemente, los cabellos!!!!
Sus argumentos favoritos: “no sabia”, “no me di cuenta”, “no me dijiste”. "no te escuche”, “ya pues” o un simple “se me olvido”, pareciera que el espectro del pensamiento se limitara a eso y un leve volteo de ojos, que a uno le termina revolviendo la bilis.
En vista de todo esto, y por aquello de pretender ser una madre comprensiva y de avanzada, como dirían por aquí “cool”, le plantee al Gordo que solicitáramos la ayuda de un consejero profesional, no se si por seguirme la corriente o porque le di pena, en medio de mi angustia de no entender, me dijo que si.
Esa mañana realice las diligencias necesarias, no era la primera vez que buscaba ayuda profesional, cuando me divorcie, en medio de mi profunda depre ante el poco éxito de mi unión matrimonial, me aventure en una de psicoanálisis, un desastre total, nunca llegue al diván, es mas no llegue ni al mes. Pero a pesar de esa experiencia, mi teoría era que quizás si el escuchaba de labios de otro lo mismo que muchas veces le repetíamos el Gordo y yo, por lo menos nos dejara de voltear la mirada de esa forma que exaspera, lo que no es mucho pedir, verdad?
Llego el día de la cita, desde temprano tenia un nudo en el estomago porque me había dado cuenta que la consulta era en ingles, y no me van a negar que para estos menesteres un coño o un carajo dicho en el momento adecuado es toda una experiencia orgásmica amen de la capacidad, de estas simple expresiones, de hacernos sentir completamente desahogados, livianitos pues; pero yo no sabia decir en ingles ninguno de esos dos vocablos, bueno aunque si mierda pero no suena igual, es mas, lo puedes confundir con oveja o con barco, y así no cumpliría mi cometido.
Me bañe, y cuando fui a escoger la ropa fue otro problema para mi pobre estomago, “que me pongo?” Por la temporada, invierno, colores oscuros son los mas usados, pero en este caso creí que no era lo mas apropiado, así que opte por un cuello tortuga verde manzana y un pantalón beige, con unos zapatitos, que lamente toda la santa tarde ya que se usan con medias nylon y tenia, además de la angustia de la consulta los pies congelados, mi cabello perfectamente arreglado, sin collares ni guindarejos pero si un anillo de plata, de esos que se usan ahora con una flor que ocupa falange y media del dedo, el cual no me pongo nunca porque araño al que tenga al lado, pero como mi niño grande no me deja acercarme a el en publico y era el único que me acompañaba, no importaba.
Lo fui a buscar al colegio un poco mas temprano, para asegurar puntualidad, pues en este pueblo, que nunca tiene trafico, ese día tenia la única vía al colegio cerrada, pero y a pesar de eso, lo logramos y fuimos puntuales.
Llegamos al consultorio, y me quería como morir, la cara de el era un poema, y el consecuente “A donde me trajiste??? Que es esto??? Una broma???” Era un sitio como místico, con musiquita de Yoga, y no es que desestime la ciencia milenaria pero no era precisamente lo que estaba buscando, luces tenues y un cartelito que decía “relájese, tómese un te”, yo a esas alturas lo que necesitaba era un 18 años , en las rocas, que ridícula me sentía y el gaznápiro muerto de la risa. Se abrió una puerta y salio una chica menudita, tenia la apariencia de tener quizás dos años mas que mi hijo, con lo que quiero decir que parecía mi hija, cabellos largos y lisos, vestida de negro de pies a cabeza, ese era el color que yo quería usar y no ese verde chillón que tenia encima, tenia un anillito de lo mas sencillito, y yo aquella alegoría a la bien entrada primavera, que no podía ni voltear para disimular su presencia. Me sentía un personaje salido de la calle ocho de Miami, toda tropical yo pues, en medio de aquel frió que congelaba los pensamientos, de todos, menos los míos, claro esta.
Comenzó el parto, perdón la consulta, y yo en mi ingles con acento hispano explique lo mejor que pude mis razones para solicitar asistencia, encima le tuve que pedir ayuda a el, porque habían dos o tres palabras que no encontraba, sin contar el coño y el carajo, que tanto extrañaba. Levante la mirada y vi un titulo de la Universidad de Florida, me alivio el pensar que por lo menos un café cubano se había tomado aquella niña, cuando le pregunte, me aclaro que ese no era su consultorio, que ella nunca había salido de Carolina del Norte, por lo que consideraba tenernos en su consulta una experiencia maravillosa dado el background cultural que nosotros teníamos, por Dios, pensé, lo que me faltaba sumar a mi problema de adolescencia terminar siendo una experiencia maravillosa, sentí lo mismo que siento cuando voy a comprar harina pan en la sección de “comida étnica” en el supermercado, y sin poder decir ni la mitad de lo que quería.
Cuando salimos, sentí que la hora había sido el siglo 2000 completito, estaba agotada, me senté en el carro y al mirar mi imagen en el retrovisor me vi mas canosa y ese surquito que tengo entre las cejas y que detesto, estaba mas profundo, algo así como la victima perfecta del Sr. Botox, me dolía la cabeza, los pies no los sentía de lo fríos que estaban, no había intercambiado palabra alguna con el, encendí el carro con la radio apagada, no tenia ni ganas de escucharla, cuando, de repente se rompió el silencio con un “Mami, te gusto?, se el esfuerzo que implico, estoy orgulloso de ti”, y me dio un beso. Que mas les puedo decir…